Sabéis que despedirme no me gusta un pelo y soy más de mirar atrás que adelante. Siempre le doy mil vueltas a lo que dejo, lo que echaré de menos, lo que fue, lo que podría haber sido. En fin.
La farewell party comenzó con un mercadillo para Orfanatics (me ha pegado ahora por eso), y fue sorprendente ver cómo acabaron con todo. Conseguimos recaudar más de ocho mil rupias (unos 100 euros).
La fiesta estuvo muy bien, pero por desgracia tuvimos nuevamente un problema en la entrada del Dublin (discoteca) y en un gesto de solidaridad con los hombres, nos fuimos todos a casa. Aunque he de decir que algunos nos montamos nuestra fiestecilla en la calle con los altavoces del coche.
Al día siguiente, puesto que no estábamos demasiado cansados y sin embargo sí teníamos mucha hambre, nos fuimos a tomar el último brunch al Hyatt y a visitar a unos amigos. Si beber quita las penas, no hablemos de comer. Tengo una teoría que siempre defenderé a capa y espada y es que comer quita hasta el miedo. Y si no me creéis probar a ver una película que os acojone con y sin palomitas.
Y el lunes después de dejar la maleta preparada y hacer una visita express a Saravana Store para cambiar un par de cosas, me acerqué a despedirme de la gente de Christ of Faith Home.
Fue bastante duro, por qué voy a negarlo.Y eso que algunos niños ni siquiera se estaban enterando de que me iba para siempre, cosa que aún me entristeció más. Así que me fui de allí llorando ya para el resto del día.
Por la tarde-noche quedamos para ver un partido del mundial y despedirnos nuevamente de los amigos más allegados y les llevé a todos un ejemplar de mi libro dedicado. Como decía una amiga “Ha venido a hablar de su libro” ja!
Además pasé el relevo de Orfanatics a Izaskun y Alex, por lo que ahora serán ellas quienes irán cada mes a realizar y entregar las compras al orfanato, para poder seguir haciendo así las donaciones. Sé que hay mucha gente dispuesta a seguir ayudando y era una pena que desapareciese el proyecto, por lo que estoy muy agradecida por que hayan decidido echarme una mano. Sin alguien allí yo no podría continuar, así que las voy a nombrar las heroínas de mes.
La cena en sí, fue una velada corta en Bella Ciao y el adiós apenas se extendió también un par de minutos. A veces es mejor no hacer largas estas cosas e irse sin mirar atrás para no romper a llorar. Porque despedirse de la gente es una cosa, pero despedirse de la gente sabiendo que quizá no la vuelvas a ver es otra. Mejor no pensarlo. En cualquier caso, también sé que por mi parte haré lo que esté en mi mano para volver a reunirme con ellos.
Y al día siguiente, como si se tratase de un viaje más, cogimos las maletas y salimos para el aeropuerto. Sorprendentemente nuestro conductor, Vinoth se puso a llorar, yo me puse a llorar al verlo y aquello casi se convierte en el buque de las lamentaciones.
Al igual que en nuestro primer viaje, Mercedes nos pagaba la vuelta en Business. Así que fue entrar al aeropuerto y que se nos quitaran todas las penas, como aquel que dice. Sobre todo porque como antes decía, comer es un inhibidor de la tristeza y desayunamos tres veces. En el lounge de Chennai, en el avión a Dubai y en el lounge de Dubai. Y sumando a eso, las comodidades de viajar en Business, he de decir aunque suene a chiste, que ambos vuelos se me pasaron volando.
Desde entonces ya ha pasado una semana y aunque he buscado un hueco para sentarme a contaros esto, os prometo que no lo he encontrado.
Los primeros cinco días en Madrid una innumerable cantidad de eventos gobernaba mi agenda, pues a fin de conseguir ver a la gente hacía malabarismos con las horas.
Y a partir de este lunes en que dejé a Víctor en el aeropuerto y me vine a Valencia, no han parado de sucederme infortunios: me constipé, me cancelaron el curso, ingresaron a mi abuelo…
Pero como esta mañana hemos podido llevar a mi abuelo a casa y puedo venir a visitarlo los fines de semana, he decidido a última hora que me voy a hacer el mismo curso de creatividad a un chalet en Aranjuez. Incubation Creative Camp, se llama. Vamos, una especie de GH para hipsters en la que yo soy la reserva, pues voy a llegar a la casa cuando todo el mundo ya lleve allí dos días.
Y ahora sí que sí… Aunque algunos seguidores me alentasteis a continuar con el blog en Alemania, el objetivo inicial del mismo era contar mis aventuras en la India, así que he tomado la decisión de cerrarlo.
Creo que mucha gente acaba abandonando sus blogs y me parece mejor idea terminarlo y quizá, si me veo con ganas, empezar otro en Alemania. Porque como alguien dijo una vez “En la vida lo que a veces parece un final es realmente un nuevo comienzo” Pero no os preocupéis que si creo otro blog os lo haré saber, o quizá lo llame “La vida de Pi(Q) en Alemania” para que lo localicéis rápidamente. ¿Quién sabe?
Como antes decía, no me gustan las despedidas, pero quiero agradeceros vuestra fidelidad a «lavidadepicu», pues ha sido un auténtico gustazo escribir por y para vosotros. GRACIAS 🙂
Picu
PICU COMENTARIOS